"Realmente, Franco no murió el 20 de noviembre. Era un muerto de pie en la plaza de Oriente, un espectro cuando su agonía se retransmitía como un partido de fútbol; no se extinguió en noviembre sino en septiembre, cuando con mano de parkinson firmó la sentencia de muerte a cinco personas a pesar de que se colgaron a sus botas pidiendo clemencia el Papa, Don Juan de Borbón, su propio hermano Nicolás y toda España, todo Madrid, en una noche de angustia y de llanto. Todos los pueblos libres retiraron sus embajadores en Madrid. Salimos a la calle pidiendo piedad a un hombre muerto. Pero a Franco, incluso antes de la muerte, no le funcionaba el corazón".
Raúl Del Pozo escribió las palabras que encabezan esta entrada, su Crónica, "Falleció Después de Muerto", escrita para un especial del Diario El Mundo publicado el 18 de noviembre de 2005, dos días antes de que se cumplieran 30 años de la muerte del militar español, dan testimonio de los sentimientos que afloraron en algunos españoles al enterarse de esa noticia.
A las 10 de la mañana, a través de la Televisión Española, el Presidente del Gobierno, Arias Navarro, le anunció a su pueblo "Españoles, Franco ha muerto", y seguidamente leyó el testamento político del General que para ese momento aún era el Jefe de Estado de España.
Francisco Franco, gobernó a España durante 40 años, sus seguidores lo llamaban caudillo, sus detractores y más férreos opositores lo llamaron dictador. Aquí la historia puede mostrarnos dos caras, pero una de las más terribles la mostró el 27 de septiembre de 1975, día de los últimos fusilamientos del régimen franquista, donde morirían cinco personas con el aval de la ley antiterrorista que aprobara poco antes el Gobierno.
Morían fusilados, en tres diferentes lugares de España, Juan Paredes Manot, "Txiqui" (21 años), José Luis Sánchez Bravo (22 años), José Baena Alonso (24 años), Ramón García Sanz (27 años) y Ángel Otaegui Echeverría (33 años), hecho que generó protestas internas y en muchos lugares de Europa y el mundo. Doce embajadores abandonaban Madrid, México en voz de su propio presidente pidió a la ONU suspender la pertenencia de España a ese organismo, la embajada de España en Lisboa quedó prácticamente destruida a mano de algunos manifestantes...el mundo reaccionaba y Franco estaba a meses de su muerte física.
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